miércoles, 17 de agosto de 2011

Aviso de disfunción

Para hacerlo hay que ser precavido, pero no tanto como tus pestañas, que temen caerse de tus ojos al suelo. ¿Dónde encontrará tantas imágenes?
Frecuéntame y luego pídeme una cita, hazlo al revés, subviértete un rato que no hace tanto daño: los caminos no entienden de direcciones, y, si vences la corriente, encontrarás premio debajo de la tapadera de todos los ríos.
Amenaza tormenta, y girasoles girando al trasluz. Proposiciones sin deslavazar, desordena un poco tu cuarto antes de venir a jugar con nosotros. Si traes resina, te odiamos. Si traes Colacao, quizás te dejemos sentarte en el suelo, al lado del gato de porcelana. Prueba a romperlo: tenemos fixo, pegamento, celo y un martillo enorme.
Para hacerlo hay que ser meticuloso, pero no tanto como tus vecinos, esos que desmontaron la chimenea y encontraron un cementerio indio encima de tu cuarto de baño. Nos pidieron prestada la Oujia el martes, cuando no estabas. Te dejamos una nota encima del oso que vive en tu armario: ¿no lo viste?


miércoles, 10 de agosto de 2011

Inventario de trayectorias

demasiado dentro del fuera.
demasiado lento y velozmente quieto
en la ceguera
demasiado siento y pocos lo siento
para tanta sed
demasiado intento y el final
no espera
demasiados cientos y nada
a la vez

demasiado lejos del centro
y apenas cerca para poder ver
que sigo demasiado fuera
del dentro



viernes, 5 de agosto de 2011

This is fun

A la verdad no se llega a través del aburrimiento, ni siquiera a través de la cultura, ni mucho menos recorriendo las columnas de la última tendencia literaria. Calles llenas de cool(writer)hunters, buscando en aquella esquina donde nadie aún ha mirado, extrapolando su mirada provinciana hacia el Nueva York que ha visto por Google-earth. Apóstrofes, siglas, citas como reclamo ante el carroñero-nuevo-hombre, postrado ante el fracaso de una ulterior modernidad, rumia un último hueso creyendo que es carne, creyéndose afortunado y cierto. Todavía famélicos pero hartos, adocenados en individualidades que asemejan a cualquier otra, conectados entre sí por los intestinos y por la arrogancia, no basta el tiempo para hacerles caer o meditar, porque ya es tarde, porque no hay tiempo, porque estar a la última y nunca querer ser el último es mucho más que imposible. Mucho mejor la ignorancia a ser ignorado, piensa este hombre que nunca supo nada y solo recuerda los títulos y los nombres, nunca las voces, y mucho menos la suya, su voz: aquella que oculta entre otros ecos que le devuelven lo que en realidad nunca pensó. ¿Dónde estás, entonces? Estás aquí, ahora, y en cualquier otro lugar al mismo tiempo. Te diluyes. No hay tiempo, recuerda. Tampoco existes. Quizás en otro concepto. Seguramente una imagen.

Artificiero matinal

Mira ahí. Debajo, sí.
Hay una bomba lapa pegada a tu paladar cada mañana.
Intenta extraerla con cuidado. Ponte guantes. Lee algún libro antes. Dúchate pero no derroches el gel.
Después explota. Deja que despierte a los vecinos. Aparta la pantalla plana, el portátil nuevo, la polaroid. Aparenta entereza. Si te rompes, hazlo en trocitos digeribles, reciclables, biodegradables. Pide un recibo.
Mejor: una factura. Una subvención al Gobierno. ¿Una plaza en el vertedero?. Hay plazas libres. Incluso muerto te venderán. Te pondrán un precio. Te marcarán como a un cerdo, pero no serás tan provechoso como ellos. Ellos sabrán qué hacer contigo. Siempre lo hacen.
Así que mira ahí debajo, pero no lo palpes, no lo toques. Mejor olvídalo. Mejor cómete una galleta.
O una magdalena sin gluten.

lunes, 1 de agosto de 2011

Informe anual de desastres atmosféricos

Tres horas para saberte dentro, y después nada. Incipiente conclusión rezagada por opiniones vinculantes referentes a tu estado emocional demasiado irritante. Tus huesos. Están. Rompiendo. La máscara. Sálvate antes de que demasiado tarde se parezca demasiado a cualquier momento anterior al ahora. Ahora no existe. Tres horas para sabernos incólumes. Tres horas para apaciguar la bestia, amaestrar el dolor, hacer que coman de tu mano, y tú sin dedos, ni uñas ni cartílagos. Ni ganas ya de mentirme. Ni fuentes de conocimiento fiables, ni presupuestos, guárdate en los cajones, en las cajas fuertes, dóblate como la miseria agazapada de los sábado noche.

Noob

Olvidar a sorbos, imitar hasta la muerte la vida, hasta que nos venza, hasta que supure remedios que, de nuevo, no sirvan para absolutamente nada

Ah, las nubes, los triciclos, los pájaros cantores.

Así que era todo eso.

No. No encontrarás amabilidad, planeos dulces, ni siquiera un poco de sangre para completar el cuadro, tan hermético en su cielo abierto.

Pero, ah, las piscinas, los veranos, los amores.

Se saben solos, no los perviertas, se mecen en otras manos, se merecen otros infiernos, no mires más, puede que caigas, puede que comiences a conocerte, y no tienes tantos cables, ya no tantas imágenes, ya ni películas ni canciones, ya solo tú y ni siquiera suicida, ni siquiera valiente, mamá, déjame en la puerta de casa, méceme y leche fría, galletas y cama.

Ah, los abrazos, los besos, la humedad.

Noob.