sábado, 28 de mayo de 2011

Naturaleza militar

Ella aprendió a respirar tan fuerte como los árboles. Su corazón ya no daba sombra.
Pasaba las páginas de libros llenos de brigadistas rusos. Le emocionaban los uniformes.

Una vez tuvo un pensamiento hermoso. Lo sirvió para la cena. Encendió velas y abrió una botella de vino. Me vinieron a la cabeza grandes palabras. No las pronuncié.

Desfilamos para luego romper filas. Yo, a un lado. Tú, simulando fusilarme. Caigo. Me has dado. No, no sirve. Otra toma. Y otra.

Los paracaidistas caen del cielo. No ha llovido en años. Ahora toman la tierra y patrocinan el misterio. Lo venden al alza. Se ha quedado rota la playa. La recomponen. Luego saltan. Los devuelven al cielo. Llueven al revés. Les decimos adiós con la mano y nuestros agujeros se unen, emocionados, al desconcierto.

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