domingo, 10 de abril de 2011

Spleen

Tengo un cepillo Colgate Clásico Medio 360 grados. Es el mejor cepillo que jamás haya tenido. Tiene filamentos interdentales y punta limpiadora, así como limpiador de lengua y mejilla, lo cual ayuda a eliminar las bacterias que causan el mal aliento. Además sus puntas abrillantadoras eliminan delicadamente las manchas de mis dientes. Trae incorporada una tapa transparente para tapar el cepillo. Su diseño es atractivo y se acomoda fácilmente a mis dedos y a mi boca.
Mi pasta dentrífica preferida es Sensodyne Pro-Esmalte. Lo fabrica la gigante farmacéutica Glaxo Smith Kline. Tiene un agradable sabor a menta y desde que la uso mi sensibilidad dental ha disminuido ostensiblemente. Con el uso continuado de esta pasta consigo reducir los efectos de erosión dental que me producen los ácidos de las comidas.
Una vez he depositado la dosis justa de pasta dentrífica Sensodyne Pro-Esmalte en mi cepillo Colgate Clásico Medio 360 grados, procedo a mi diario cepillado matinal.
Primero, inclino mi cepillo unos 45 grados contra los dientes y deslizo el cepillo hacia afuera de las encías. Después, cepillo cuidadosamente la parte de afuera, de adentro y la superficie con la que mastico de cada diente, usando brochazos de ida y vuelta. Limpio la superficie externa de los dientes superiores, luego los inferiores, y sigo con la superficie interna de los dientes superiores e inferiores. Limpio la parte de los dientes con la que mastico. También cepillo mi lengua y la cara interna de mis mejillas, para asegurarme un aliento fresco y duradero.
No tardo más de dos minutos en cepillarme los dientes. Un menor intervalo de tiempo reduciría la eficacia del cepillado y un excesivo cepillado debilitaría el esmalte de mis dientes, haciendo que la encía se baje dejando al descubierto parte de la raíz del diente, provocando una alta sensibilidad dental ante comidas ácidas o bebidas demasiado frías.
Mientras cepillo mis dientes, cada mañana, observo la hilera de botes de colonia, tarritos y cremas que descansan en la parte inferior del espejo en el cual me observo ocasionalmente. Son de distintos tamaños, formas y colores. Mi vista se desliza de izquierda a derecha sobre todos estos tarros y botes, dándole a mi cepillado matinal un agradable paisaje en el cual perderse mientras me someto a la imprescindible rutina diaria de la higiene personal.

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