Tres horas para saberte dentro, y después nada. Incipiente
conclusión rezagada por opiniones vinculantes referentes a tu estado emocional
demasiado irritante. Tus huesos. Están. Rompiendo. La máscara. Sálvate antes de
que demasiado tarde se parezca demasiado a cualquier momento anterior al ahora.
Ahora no existe. Tres horas para sabernos incólumes. Tres horas para apaciguar
la bestia, amaestrar el dolor, hacer que coman de tu mano, y tú sin dedos, ni
uñas ni cartílagos. Ni ganas ya de mentirme. Ni fuentes de conocimiento
fiables, ni presupuestos, guárdate en los cajones, en las cajas fuertes,
dóblate como la miseria agazapada de los sábado noche.
No hay comentarios:
Publicar un comentario