viernes, 10 de septiembre de 2010

14

No hay peor nostalgia que la de los catorce años, decía
Es terrible porque no hay nada que echar de menos cuando eres tan joven
Pero la naturaleza de esta nostalgia temprana es distinta
No es anhelo de infancia, sino precisamente lo contrario: un presagio de madurez brutal
Un hacerse mayor tan rápido que es como si te murieses dieciséis veces cada mañana
Esta nostalgia parte del hecho de un descubrimiento innecesario y defectivo para la vida natural:
Eres consciente, por primera vez, de todo aquello que nunca podrás tener
Y ese dolor se abre y devora todos los tiempos verbales:
Pasado, presente y futuro se convierten en la misma nada
No hay antes ni ahora ni después
No hay esto ni mío ni aquello ni más tarde
Un mundo entero lleno de imposibilidades canta por tu garganta
Por todo aire
Y por toda agua
La macilenta cadena de excusas que aprendes a preparar como presunto plan de vida, algo que ofrecer
a tus semejantes los días de fiesta

No hay comentarios:

Publicar un comentario