jueves, 9 de septiembre de 2010

Pimpf

Dead Can Dance - Ocean by miss_alienation


La parte
en que abandonaste los remedios, las flores, el sindicato de voces que aclamaban tu dicha, como si fuera suya, como si todo tu amor pudiera repartirse y cortarse en finos hilos magnéticos. Has creado un magma en el que reinventarte, un hueco caliente en el que asentarte y dar de comer a las mariposas biónicas que desprenden anuncios de sus alas. Los días que vuelan lentos y transparentes, las raíces que alimentan su boca, creciendo en su interior, cortando la carne para no escapar al cielo y agitarse, agitarse en oleadas de azul cieno. El hielo que unifica los árboles, los transforma en un muro que te protege, te aísla, y te conforta. Porque sólo quedan días, y no importa que seas ya apenas un suspiro entre la luz que se escapa de las rendijas de tus ventanas, apenas quedan velas y apenas queda nada, y cada vez más todo, cada vez más vida y más llena de carne que no es tuya… sabes que esa carne ya no es tuya. Por eso te arrastras hasta los márgenes de la casa y buscas bayas, y hierbas, y raíces, buscas todo aquello que tu madre te enseñó a buscar junto con todos los insectos y las plumas de los pájaros que vuelan alto, tan alto que casi puedes sentir que vas con ellos en cada batir de alas. Ella te enseñó todo lo que sabes, y todo lo que sabes está encaminado a los paseos al mediodía, cuando el sol calienta y el hielo parece volverse animal, replegándose debajo de tus uñas, acercándose al hueso de la tierra. No necesitas nada más, dices, aunque a veces caigas inconsciente al suelo, y te golpees, y la casa parezca un enemigo que te amenaza con esquinas y vidrios rotos, como todos los hogares que se vuelven huraños y mezquinos y te escupen al exterior, ellos también piden su parte de soledad, es la letra pequeña del pacto, ese pacto que hiciste contigo misma, ese pacto que no incluye a nadie más que a ti misma y a tu hijo, ese hijo que ya ves crecer entre tus puertas y entre las flores congeladas de tu invierno, aunque no respire, no acusa, no entrega, tan sólo se mantiene a distancia, esperando, muerto, esperando volver como se espera a la inocencia. Volver es un verbo que se transmuta en todos los verbos, decía ella. Y la creíste. Y te hizo crecer. Ahora que ya eres grande, ahora que eres toda una mujer, repites esas frases de la misma manera, aunque no entiendas su significado, aunque nunca lo entendieras, lo repites, y te fraccionas en partes de un mismo mensaje: aniquilar.

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